La arquitectura del Museo PORSCHE
Por Carlos Cook
Al visitar Stuttgart en Alemania, es casi una escala
obligada el Museo Porsche. Las ideas geniales, las tecnologías fascinantes y
los vehículos legendarios se merecen un marco adecuado. En la arquitectura del
Museo Porsche se ha encontrado ese marco en el que se reúnen el pasado, el
presente y el futuro de Porsche. Y una cosa es segura: el edificio diseñado por
Delugan Meissl no pasa desapercibido. Soportado por sólo tres pilares en forma
de V, el dominante cuerpo principal del museo parece flotar como una sola pieza
a gran altura del suelo. Aún en el exterior del museo, nos recibe un hermoso
911 amarillo.
El monolito se encuentra a una impresionante altura de diez
metros sobre el nivel de la calle, resaltando así la amplitud de la plaza ante
la que se encuentra. Su interior alberga la exposición, el restaurante
“Christophorus” y la zona de eventos con una azotea. Bajo el monolito se aloja
la base del edificio, en la que se recibe a los visitantes del Museo Porsche,
allí se encuentran el vestíbulo, el taller y el archivo, un pequeño restaurante
y una cafetería, la tienda del museo, el guardarropa y las taquillas. Que
recomendamos dejar al final de la visita. Al llegar nos recibe un estudiante
colombiano de Ingeniería Aeroespacial, que en sus ratos libres trabaja en el
museo para ganar una buena cantidad de euros.
La forma ascendente del techo de esta construcción ofrece
espacio frente a la entrada para una segunda planta en la que se aloja la sala
de lectura del archivo. Los dos cuerpos del edificio están unidos por una
escalera en ángulo y por un ascensor. Los visitantes acceden a la sala de
exposición en la planta superior, con una superficie de unos 5.600m2, a través
de una escalera eléctrica. Una vez allí pueden decidir si comienzan la visita
cronológicamente con la historia de la empresa anterior a 1948 o si prefieren
pasar directamente a la parte principal de la exposición a lo largo de la
historia de los productos Porsche. Es un deleite ver los autos que han
recorrido las pistas aún con las marcas de las carreras, así como los primeros
autos diseñados por Ferdinand Porsche.
El monolito y la base presentan una geometría diferente
desde cada perspectiva debido a
sus vanguardistas formas poligonales y a las distintas
estructuras y superficies acristaladas. La
fachada acristalada del museo de 23 metros de altura con el emblema de Porsche
está orientada al norte y es lo primero que ven las personas que llegan hasta
aquí con su coche desde la ciudad. Para los que llegamos en tren, esta vista
queda oculta, por lo que es una agradable sorpresa al dar la vuelta a la
esquina. El arquitecto ha conseguido, por un lado, crear un centro que destaca
en su entorno y, por otro lado, generar una imagen global muy armoniosa. "Cada
idea es entendida como una oportunidad para afrontar nuevos retos, para sondear
nuevos límites y aún así permanecer fieles a la filosofía de la empresa y a sus
valores como entusiasmo, fuerza e independencia. Todo esto debe reflejarse en
el museo”, dice el arquitecto Delugan Meissl.
Al concurso de arquitectura convocado para adjudicar el
proyecto del Museo Porsche se presentaron 170 arquitectos, y el estudio vienés
se hizo finalmente con el contrato a comienzos de 2005.
Comentarios: Ccook@cymisa.com.mx
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